lunes, 2 de enero de 2012

Mi prueba de fuego

Como maestro de nada y aprendiz de todo, inicio la andadura del presente blog, (01.01.2012) las primeras líneas que espero asolen los miedos que aún los hombres no hemos conseguido olvidar.
Escribiré sobre lo grande, sobre lo pequeño y el término medio nos dará la medida con qué comprendernos. El cosmos, la tierra, el hombre (lo infinito, el átomo, la célula) marcarán las ideas, los sentimientos, el instante que expresaremos con honorabilidad, transparencia y beneficio.
El Plan de Ciudades ocupacionales nace de la ficción, la utopía, el deseo de diseñar la existencia humana en la búsqueda de la Felicidad. Plasmarlo en el papel será un ejercicio fácil (el camino necesario para hacerlo posible), pero su puesta en marcha una voluntad no exenta de riesgos, reveses, controversias (interesadas oposiciones), semejante a la toma de decisión sobre cualquier tipo de inversión. Sabemos que la seguridad, la liquidez, la rentabilidad son los factores a tener en consideración a la hora de llevarla a la practica; sin embargo, la teoría nada tiene que ver con la realidad.
Una de las medidas del nuevo Gobierno ha sido subir impuestos. No cabía esperar otra cosa que conseguir más ingresos. Antes se debía (aún estamos a tiempo) no permitirse que personas jurídicas o autónomos tengan en sus patrimonios (activos-pasivos) bienes ajenos a la función que realizan, menos aún  pertenecientes a personas físicas o a una actividad empresarial. La adquisición de los mismos, su rendimiento, su amortización, siempre (salvo cuando sean mercaderías comerciales) se habrían de imputar a las personas de carne y hueso, susceptibles de efectuar la Declaración de renta y patrimonio.
Esto forma parte de lo que en el Proyecto de Ciudades ocupacionales hemos bautizado con el nombre de Apagón económico que, con el resto de medidas, iremos dando a conocer sucesivamente.
A todos: ¡Bienvenidos!
Que la Paz y el Amor nos una.   

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