domingo, 25 de marzo de 2012

MONARQUÍA Y RELIGIÓN

Existen voces que consideran males endémicos de nuestra sociedad a las Iglesias y a las Monarquías: dos instituciones de raigambre y tradición que aún perduran con privilegios distintos al resto de las entidades.
“Hasta que no se erradiquen de raíz, –aluden- difícilmente, la situación económica y moral de nuestra convivencia podrán arreglarse”.
Mucho me temo que exageran pero no están exentos de razón. Es inaceptable, por supuesto, que gocen de beneficios exclusivos en países democráticos. Eso ni es justo ni debería ser legal.
A través de la historia, se puede comprobar como ambas instituciones por sí o aunado  fuerzas se han arreglado para tener subyugada a la población. Con su preponderancia y desprecio han permitido la esclavitud, que los hombres vivan en la indigencia, en la penuria económica, en la ignorancia más deplorable, en el temor. Han matado, expoliado, traicionado y mentido. Aliándose con dictadores, piratas  y bandidos para mantenerse en el poder. Y eso ni es monarquía, ni nobleza. Han olvidando el Evangelio e interpretando a su antojo las palabras de Jesús, de Mahoma, de quien les atosiga o les ilumina para no perder sus privilegios. Y eso ni es iglesia, ni religión.
En la actualidad, aún adaptadas, mantienen la ausencia democrática que les caracteriza, sin ser paradigmas de concordia del pueblo que las mantiene y, debido a la situación social de crisis tan preocupante, (no imputable a las instituciones de las que estamos hablando) han dejado de ocupar los pedestales de comunicación hegemónicos de la sociedad que en otro tiempo mantenían.
Brotes o auges estentóreos aparte, así han se seguir. Ya va siendo hora de que seamos consecuentes con nuestras limitaciones, “por la gracia de Dios” o “porque todos somos iguales ante la ley”. Ya las ignorancias no pesan tanto como entonces, aunque aún traguemos embustes que cuentan, tal vez, porque no les quede otra alternativa. Ya va siendo conveniente y sin miedos cuestionarlas razonablemente, como hacemos con los políticos de turno, los banqueros, los mercados o las crisis que nos asolan. No obstante, deberían dar ejemplo, rechazar su posición y talante antidemocrático, renunciado a los onerosos beneficios con los que se les distingue. El respaldo y el respeto del resto de los ciudadanos sería su mayor aval o fortaleza. ¿Qué puede impedirles realizar semejantes actos de generosidad?. Todos sus componentes son personas de carne y hueso (como los demás) con las mismas necesidades, con iguales deseos, con el parecidos conocimientos y vislumbrar que, aunque la historia se repita, las perspectivas de la estupidez, la vulgaridad, la incultura y el miedo de la gente no tienen porque ser los mismos.
Las distancias morales y económicas no deben alejarse aún más. Estamos en tiempo para evitarlo. En este blog, son muchas las medidas dadas a conocer en el Proyecto de Ciudades Ocupacionales(PCO) para moderar el Sistema capitalista que les protegen: La Teoría de los números primos. El Apagón económico. La transición personal. El Plan de Ciudades ocupacionales. La Teoría del cuadránculo. En esos grupos se hallan, específicamente, la herencia, la propiedad y sus limitaciones. Acaso, ¿ no serán suficientes los genes de los padres como la mejor y única herencia?. Acaso, ¿las riquezas esquilmadas han de ser legitimas para los hijos del ladrón?. Acaso, ¿no nos llenamos la boca pregonando la igualdad de los hombres?. El hombre sólo puede ser integro por su esfuerzo, su bondad o su valor, no por otra cosa se le ha de reconocer.
¡Qué desgracia acaparar tanto para que la muerte nos deje sin nada!
Religioso y nobiliario. Dos entelequias del pasado remoto que se consolidaron como una fuerte realidad; pero que, como todo, tienen sus días contados. Sométanse las monarquías al voto popular y las creencias a la intimidad de los hombres. Mientras tanto, que la Paz y el Amor nos unan.

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