jueves, 17 de mayo de 2012

HONORABILIDAD, TRANSPARENCIA Y RENTABILIDAD


Hemos de actuar en defensa de nuestros intereses, ante los abusos que practican personas físicas o jurídicas que se consideran rectos servidores del orden establecido. Detrás de ellos, existe algo más que el negocio que los aviva, sabedores que la gente no rechista por evitarse molestias y, a lo sumo, se lamenta como cobayas heridas.
Fijémonos en las facturas de electricidad o gas, por ejemplo. Cuatro cifras de decimales, con importes estimativos (es decir, a bulto) siempre a su favor, tomando el dinero ajeno anticipadamente sin interés y, cada mes, cobran sin ver el contador. En último término, si no pagas cortan el suministro y te producen un sin fin de problemas. Están llenas de conceptos que no son sino un galimatías que sólo los técnicos pueden descifrar; en ellas,  además, facturan sus inversiones como si fuéramos accionistas ampliando capital, pero exentos de dividendos. Inversiones, por otra parte, que nadie controla y nunca finalizan, dado que si vuelven a poner nuevos equipos o se van de comida los consejeros, lo pagamos con nuevos alquileres, nuevos ajustes o nuevas tarifas. ¡Una inmoralidad! ¿Qué les costará producir un kilovatio? ¿Cómo lo calculan? Ni ellos mismos lo saben. Se los venden a nuestros políticos, que aceptan, temerosos de ir al paro.
Y ¿qué decir de las comunicaciones telefónicas? Facturan hasta uno, dos, tres… segundos; y me pregunto, ¿qué se hablará en ese tiempo? No se habla pero roban. Lo hacen partiendo de un mínimo asegurado que ni siquiera se consume. Por supuesto, tienen la sartén por el mango: si facturan llamadas sobre Afganistán, (donde no tienes a nadie con quien hablar) por buenas composturas, devuelven el importe haciéndote un favor; eso sí,  ni se nos ocurra devolver el recibo, que bloquean la línea telefónica  y vas al pozo: te meten en las listas de morosos (ASNEF) y no hay cristiano que te saque. Lo curioso es que hay que agradecerles, al ser compañías privadas, su competencia: Colocan a representantes patrios evitando incrementar el paro. Prejubilan a españoles de a pié sin aumentar el desempleo, (que trabajen por libre) contratando, por el mismo precio, a cuatro veces más de mano de obra extranjera que comen poco. Y es que las comunicaciones se ubican en cualquier lugar, así que venden las bases de datos de sus clientes al mejor postor para que nos aburran dando a conocer sus productos y estemos informados. En fin, unos benditos marcando precios sin medida.
Que lejos y que cerca estamos de aquellas entidades que venían a casa a cobrarnos el recibo de la luz, del teléfono, la letra o avisarnos del vencimiento de la contribución. Me evocan a las de hoy que, sin saber el porqué, las asemejo al tráfico de drogas: Regalan y especulan hasta crear la necesidad y luego, sin poder desengancharnos, arruinan y matan hasta llevarnos a la tumba. ¿Qué sería de nosotros sin ellas? No hay entidad financiera que se precie, que no compita por sacar una comisión nueva con la que recaudar. Dan o venden tarjetas para cobrar por usarlas o no usarlas. Por tener o no tener dinero en la cuenta. Por mandar o no mandarte una carta. Por ingresar, por reintegrar: por todo cobran. ¿Hay algún concepto por el qué no lo hagan? De existir, comuniquémoslo al Banco de España para que ejerza su control imponiéndonoslo ¡Es su labor encomiable! Y es que hay  tareas farragosas. Hechos ininteligibles. Y no pasa nada: Ni se resienten los tributos ni se calman los delitos porque prescribieran las Primas únicas y, si llega el caso, se indulta a un consejero a tenor de lo que sabe o vale, (¡gana más que 1300 trabajadores juntos!) o son condonados préstamos millonarios a personas importantes, mientras a otras ¡igual de importantes! lanzados sin escrúpulos, quedan en la calle por embargos mezquinos. Eso sí, hay entidades financieras arruinadas por dirigentes sin responsabilidad, mientras otros aguardan a retirarse para pellizcar un buen puñados de millones, compensados con los intereses y comisiones que nos cobran. ¡Qué pena! Si no rebajan sus tarifas, domiciliemos los pagos en nuestra casa y, antes de liquidarlos, comprobemos si son o no correctos. Devolvámoslos si es preciso porque hemos de exigirnos (y a ellos también) Honorabilidad, Transparencia y Rentabilidad.

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