jueves, 2 de agosto de 2012

Ensalzar lo público, es sagrado


Y mientras no se legisle para que se actúe con Honorabilidad, Transparencia y Rentabilidad, no habrá posibilidad de aplicar los remedios correctores necesarios para evitar las malas prácticas actuales.
 ¿Cómo hacerlo?
Ejemplarizar por Ley (no de forma voluntaria) la honradez. Impidiendo, por ejemplo, que el dinero esté sin candado, al alcance de la mano del ladrón. En su caso, un castigo también para quién no lo evita.
Exigir claridad en todos los asuntos y explicarlos, incluso, realizando pedagogía de los mismos. Y, si pese a ello, no se ejercita, ha de imposibilitarse al infractor (o responsable) que ostente un cargo público: no sirve.
Por último, implementar a todas y cada una de las actuaciones el carácter de rentabilidad imprescindible. No se pueden hacer las cosas porqué sí. Ni postular intereses personales o espurios. Ni interceder por allegados, conocidos, amigos, familiares o entes interpuestos.
Toda decisión política debe ofrecer un contenido de conveniencias o beneficios de interés público.
Y ¿por qué lo público no ha de funcionar como lo privado?
No es posible, los intereses son diferentes. Dicho de otra manera, se autorregulan de forma diferente.
Pues legíslese. Que los políticos no puedan ser gestores, sino la voz de éstos. Y los ejecutivos o profesionales, dependiente de la voluntad de aquéllos, rindan cuentas ante ellos y también ante las bases que conforman el conjunto de la actividad pública (o sus representantes); entrambos, delimitarán sus responsabilidades.
La responsabilidad del representante político es propia e inherente, como la de cualquier otro ciudadano, si bien, el partido político o sindicato que le nombró, lo será subsidiariamente.
Lo público debe ganarse el apelativo de sagrado, perteneciente a todos los ciudadanos, sin dedicación especial alguna a lo particular, ni a intereses personales. No caben medias tintas. Su desempeño ha de ser rentable, su valor pagarlo. Ni siquiera un político o, incluso el Jefe del Estado, al que no se le añada a su sueldo el gasto que produce “su chofer” con llevarlo a un acto determinado. No sólo generan facturas los hospitales que nos atienden, también los polvos la señora de la limpieza para exterminar las ratas de sus mansiones.
Es tanto lo público y tan elogiable que no hay palabra digna que no le corresponda. Aquellos que lo consideran denostando no saben que lo público es de todos y por consiguiente tenemos que apoyarlo.
Público es el Gobierno ¿por qué no lo privatizamos?
Posiblemente este equivocado y no me haya dado cuenta que cada uno de sus miembros tiene utilidades privadas que llevarse a la boca. Éstas son preferentes ante las generales ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario