Examinemos
los balances de las empresas, las cosas inútiles de lo particulares: ¿Por qué
no les sacamos provecho?
Hemos
de optimizar recursos sobrantes, obsoletos, inexplotados, aparentemente
inservibles.
¿Para
qué? Para regular un mercado de segunda mano en beneficio de quien lo necesita
y que la caridad no se apunte el triunfo de la estafa, del error, de la
incompetencia de la propia sociedad que la magnifica.
Bienes
y derechos tóxicos, ajenos a la producción, amortizados, sin ninguna utilidad
para las empresas que los mantienen en sus balances y hay que sacarlos de los
mismos para su aprovechamiento (tierras, casas, vehículos, mobiliario e
inmobiliario y otros activos). Primero, que sean las mismas compañías las
encargadas de hacerlo, pasado un plazo previsto, empresas creadas por la administración
o particulares se harán cargo de los mismos (a beneficio de inventario). Reembolsarán
o pagarán, en su caso, retraídos los gastos y su comisión. Empresas que han de
obtener rentabilidad y emplear a Honorarios, tendrán bonificaciones fiscales u
otros privilegios. Empresas objeto, como todas las demás, de inspecciones
conforme a Ley.
Una
de las leyes a implantar respecto a los activos improductivos o abandonados, ya
las hemos citado en entradas anteriores: Una.- La de establecer un determinado
número de años (supongamos tres) que pasarán a inventarios de las compañías
antes citadas, formando parte de “depósitos confiscados” con reembolso o no a
sus titulares, conforme a las rentas o importes que se obtengan con su explotación
o venta,
similar al condicionado general antes descrito. Dos.- En ningún epígrafe
de ningún balance, han de esconderse u ocultarse bienes, derechos u
obligaciones de un tercero; sea propietario, accionista o representante de la
propia titular del mismo. Tal contingente deberá tener tratamiento similar al
contemplado anteriormente.
¿Qué
provecho se obtendrá con las nuevas entidades (“comisionistas”) creadas para “reciclar” los productos (bienes y
derechos) que se les encomienden libre u obligatoriamente?
Distribuirán
la riqueza, eso es muy importante. Explotar campos y obtener su producto además de repartir
jornales. Facilitar viviendas a quién no las tengan en régimen temporal o
definitivo, permitiendo la movilidad (tan denostada por complicada) de los
trabajadores. Pagar a funcionarios Honorarios o a quien se coloque. Servir de
motores productivos incorporando valor añadido
a recursos abandonados. Generando, en definitiva,
ingresos para el fisco y el sistema y, por consiguiente, ayuda a la población.
Todo
ello es susceptible de variación, de ideas, de cuestiones puntuales a tratar,
para que a la hora de ponerlas en práctica, sean las más convenientes; pero no
hemos de perdernos en vericuetos ni en discusiones que demoren el tiempo de la
acción. Ésta ha de comenzar, espacio habrá para cambiar su orientación. Entre
tanto, las empresas se verán limpias de rémoras que no conducen sino a perder
tiempo, dinero y vitalidad; sus cuentas deben ser inmaculadas y sus valores ajustados
a la realidad. Abandonemos la fantasía, los colores o la picaresca de los
balances, exijamos transparencia y despejemos las dudas de los malos gestores,
arrinconando viejas formulas de corrupción, olvidando lo de “maricón el último”
para huir y convertirlo en “el primero da dos veces” a la hora de cumplir. Las
buenas prácticas premian, se imponen.
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