sábado, 20 de octubre de 2012

LOS BANCOS DE LAS COSAS


Examinemos los balances de las empresas, las cosas inútiles de lo particulares: ¿Por qué no les sacamos provecho?
Hemos de optimizar recursos sobrantes, obsoletos, inexplotados, aparentemente inservibles.
¿Para qué? Para regular un mercado de segunda mano en beneficio de quien lo necesita y que la caridad no se apunte el triunfo de la estafa, del error, de la incompetencia de la propia sociedad que la magnifica.
Bienes y derechos tóxicos, ajenos a la producción, amortizados, sin ninguna utilidad para las empresas que los mantienen en sus balances y hay que sacarlos de los mismos para su aprovechamiento (tierras, casas, vehículos, mobiliario e inmobiliario y otros activos). Primero, que sean las mismas compañías las encargadas de hacerlo, pasado un plazo previsto, empresas creadas por la administración o particulares se harán cargo de los mismos (a beneficio de inventario). Reembolsarán o pagarán, en su caso, retraídos los gastos y su comisión. Empresas que han de obtener rentabilidad y emplear a Honorarios, tendrán bonificaciones fiscales u otros privilegios. Empresas objeto, como todas las demás, de inspecciones conforme a Ley.
Una de las leyes a implantar respecto a los activos improductivos o abandonados, ya las hemos citado en entradas anteriores: Una.- La de establecer un determinado número de años (supongamos tres) que pasarán a inventarios de las compañías antes citadas, formando parte de “depósitos confiscados” con reembolso o no a sus titulares, conforme a las rentas o importes que se obtengan con su explotación o  venta,  similar al condicionado general antes descrito. Dos.- En ningún epígrafe de ningún balance, han de esconderse u ocultarse bienes, derechos u obligaciones de un tercero; sea propietario, accionista o representante de la propia titular del mismo. Tal contingente deberá tener tratamiento similar al contemplado anteriormente.
¿Qué provecho se obtendrá con las nuevas entidades (“comisionistas”) creadas  para “reciclar” los productos (bienes y derechos) que se les encomienden libre u obligatoriamente?
Distribuirán la riqueza, eso es muy importante. Explotar campos  y obtener su producto además de repartir jornales. Facilitar viviendas a quién no las tengan en régimen temporal o definitivo, permitiendo la movilidad (tan denostada por complicada) de los trabajadores. Pagar a funcionarios Honorarios o a quien se coloque. Servir de motores productivos incorporando valor añadido  a  recursos  abandonados. Generando, en definitiva, ingresos para el fisco y el sistema y, por consiguiente, ayuda a la población.
Todo ello es susceptible de variación, de ideas, de cuestiones puntuales a tratar, para que a la hora de ponerlas en práctica, sean las más convenientes; pero no hemos de perdernos en vericuetos ni en discusiones que demoren el tiempo de la acción. Ésta ha de comenzar, espacio habrá para cambiar su orientación. Entre tanto, las empresas se verán limpias de rémoras que no conducen sino a perder tiempo, dinero y vitalidad; sus cuentas deben ser inmaculadas y sus valores ajustados a la realidad. Abandonemos la fantasía, los colores o la picaresca de los balances, exijamos transparencia y despejemos las dudas de los malos gestores, arrinconando viejas formulas de corrupción, olvidando lo de “maricón el último” para huir y convertirlo en “el primero da dos veces” a la hora de cumplir. Las buenas prácticas premian, se imponen.

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