No
hay mandatario en el mundo que no diga
estar preocupado por los problemas de su
país y que su objetivo, lo que les mueve, es arreglar las dificultades
de sus habitantes. Los españoles apuntan la preocupación del déficit público y
el paro. Muy loable y enternecedor. Sin embargo, aunque se les llene la boca de
tanto decirlo, no saben de qué hablan porque sólo recortan el bienestar y
hurtan derechos. Además, para intentar solucionar un problema hay que
conocerlo, hacerse cargo de él, haberlo experimentado y, para mayor
abundancia, sufrirlo. Las fotos que de ellos vemos nos muestran su delgadez, la
palidez de sus caras, los semblantes tristes emanados de su pesar y, añadiría, pasan
noches apenados velando votos en hoteles de mil estrellas, mientras personas,
en paro, igual que ellos, no tienen dónde comer o dormir.
En el
cuento de la Cueva de Alí Babá, cuarenta conocían las palabras mágicas de Abracadabra y aún viven en él. En España
hay muchos amantes del cuento, con llaves para abrir y cerrar puertas ajenas, accediendo a comprar y vender favores, con el
agravante de que hacen y deshacen sin que una palabra mágica o la mayoría de la
gente pueda impedirlo: las leyes están de su parte (como si no hubiera
referéndum) y cambiarlas, por el camino que vamos, será una ficción. Eso sí,
todos somos iguales ante la ley. Pero, ¿ante cuál ley? Y es que si se quiere
hacer de España un país disciplinado y de orden, hay que dar ejemplo con
disciplina y orden; si se quiere que su gente sea honrada hay que dar ejemplo
no siendo un chorizo; si la transparencia ha de ser sagrada, las cuentas
públicas hay que explicarlas con todo lujo de detalles, desde lo que cuesta
contratar un jardinero, a lo que se gasta el Rey en tabaco, si éste lo paga el
Erario público. Y para que cuadren, se ha de gastar menos de lo que se produce.
El paradigma está arriba como el tapón de una botella. Los hijos imitan a sus padres
y no al revés.
No
se puede predicar lo que no se practica. ¿Si roban cuarenta, cómo evitar que no
lo hagan el resto? ¿Con qué autoridad siendo un borracho se puede decir
que es malo beber? Si se ha demostrado
que el bienestar es posible, no se pueden cercenar mejoras, sino exigir
sacrificios, sobretodo, a esa minoría específica,
poderosa, desaforada en la avaricia y el enriquecimiento. Eso denota falta de coraje. Dime de qué presumes y te diré de lo que
careces. Se necesitan valores para regular, controlar y exigir
impuestos[1]
en aras a reducir el déficit. Y, ¿por qué se aumenta ahora para beneficiar
a los banqueros? ¡Quiten el paro! ¡Reclamen el dinero ha quien se lo ha llevado
crudo! No dejen que los acreedores de la deuda se queden sin cobrar. Habrá que pagarles,
pero evitemos endeudarnos más. No obstante, si no hay efectivo para hacerlo, pospongan
el vencimiento, soliciten prórroga, aporten garantías y, si son transigentes
como lo han sido imponiendo intereses con usura, suspendan pagos a expensas de
quita y espera.
Eso
se puede hacer naturalmente, si se aplicara lo de O todos iguales o rompemos la baraja. Las responsabilidades y cargas
han de ser compartidas pagando impuestos, tasas, multas y demás todo el mundo,
porque ellos (y me refiero a las personas de a pié) también los pagan; dando
trabajo y cobijo a toda persona [2]sin
excepciones, renunciando y aboliendo prerrogativas, subvenciones, corruptelas,
influencias, cargos a dedo, para que la gente tenga confianza, se enorgullezca
de pertenecer a un país serio, justo, bien administrado, trabajando mucho y
ganando poco. Y para ello basta una sola ley: LIMITAR LAS RENTAS[3]
. Dicho queda.
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