sábado, 22 de diciembre de 2012

LA POBREZA


La sociedad está dividida en tres grupos bien diferenciados:
1.- Los que tienen poder y riquezas.
2.- Los que por su pobreza están explotados y sometidos.
3.- Los que no pertenecen a ninguno de los anteriores.
Los primeros serán reyes, gobernantes, mafiosos, contrabandistas y altos cargos políticos, eclesiásticos, militares,  miembros de la judicatura, empresarios, deportistas y otros con acceso a medios de comunicación y riquezas legal o ilegalmente conseguidas.
Los segundos sin duda, emigrantes, deportados, personas sin trabajo y aquellos que sólo les queda un hálito de esperanza para poder combatir la miseria.
Los últimos se mantienen erguidos entre unos y otros, tratando de ascender  a los privilegios inauditos de los primeros y luchando por no descender al profundo pozo de los segundos.
Los grupos se están distanciando: adelgazando el número de los primeros y aumentando su fortuna; engordando el número de pobres ampliando su miseria y  los terceros, disminuyendo como disminuyen sus riquezas. En España cerca del 30% de la población, se dice,  está en el umbral de la pobreza.  Sólo una tragedia de proporciones indecentes, igualaría a una sociedad tan injusta. Luego, la historia será contada por los vencedores. Los mismos o los productos del poder y la riqueza,  imponen sus leyes unidos, como se unen todas las miserias para hacer cosas miserables, tratando a la pobreza como si fuera una enfermedad que contamina.
Parte de esa misma sociedad, denodadamente comprometida con la defensa de los derechos humanos, mantiene la beneficencia alentando la esperanza, la fe, la gratitud, el sufrimiento, la lucha, la defensa de unos y otros, pese a que tal limosna sea el más endémico de los  fracasos de la propia sociedad que lo permite. Nos cerramos los ojos, sin comprometernos a erradicar definitivamente el problema tan dramático que representa la pobreza. Ser pobre en nuestro entorno, con tanto despilfarro a su alrededor, posibilita a prescindir de  dignidad y  conciencia y quien la padece puede convertirse en un ser irracional. Ha de tenerse en cuenta que el derecho más fundamental, que es el de la vida, se resquebraja, siendo la pobreza el pórtico de la muerte; una muerte de la que nadie nos libramos. El tiempo de quien la sufre, lo emplea en buscar la subsistencia y para ello recurre a los medios a su alcance, olvidándose de cualquier tipo de principio moral.  Mientras la pobreza exista, la dignidad del hombre, la libertad individual, la justicia social, la igualdad de oportunidades, no son sino huecos claros de un cielo negro, dada la nube oscura llamada caridad, ocultando el azul celeste que debía prevalecer.
Saldremos de esta crisis, sin duda, como se salen de todas ellas. Si bien, nunca sabremos el precio pagado por ello y, menos aún, el número de víctimas inmoladas en el camino. Sólo se hablará de una regeneración, de un cambio, pero no que es una cuestión de causa efecto.
 ¿Por qué no exterminamos sus causas e inhabilitamos las crisis? Se puede hacer si se quiere. Bastará con voluntad y medidas: Reducción de clases sociales. En su día lo fue el dinero físico: la moneda de cambio con la que se realizó. Las medidas están a nuestro alcance. No sé  si he leído u oído, no importa, que ha terminado la etapa de la eficiencia y debemos entrar en la del amor.

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