miércoles, 1 de mayo de 2013

EUROPA ES FUTURO


Nunca es mal momento para manifestar una opinión libre, sobre todo, cuando es objetiva o subjetivamente desinteresada. No hay nada ajeno al convencimiento de mí pensar, que me lleve a no darla a conocer. Ninguna intención es más sincera que la expresada con el propósito generoso del bien común, aun a pesar de que el adagio popular nos diga, que “de buenas intenciones el infierno está lleno”. No obstante, no creo en infierno alguno después de la muerte y sí en los creados en vida por los hombres y, en este caso, desde luego, estoy alejado de las llamas de la desesperación, cercano a la agresiva lucha por apagar el fuego que enerva a los ciudadanos de buena parte de Europa.
Desentendernos, alejarnos, salirnos del Europa, y con ello me refiero del Euro, sería la mayor locura que podríamos hacer. No sólo España, sino cualquiera de los países que la forman. Es más, algunos otros, entre ellos Gran Bretaña, han de dar un paso definitivo y decidirse. Les auguro caminos estrechos y sendas oscuras de no entrar plenamente a formar parte del gran proyecto de  Europa. Y, al contrario, ambas partes engrandecerán sus perspectivas y serán más ecuánimes si se aúnan intensamente en ese proyecto común de una economía, una política y una sociedad regida por un mismo modelo; con un patrón que es imprescindible mejorar sin duda, evitando renunciar a logros de bienestar alcanzados y perfeccionarlos, aunque por ciertos politicastros sean tildados pusilánimemente como pérdida de soberanía nacional.
La gente no es más saludable, ni come con soberanía; lo hace con estabilidad, pan para el cuerpo y conocimiento para el alma. ¿Qué puede importarle a un finlandés, a un español o a un británico que, libre y democráticamente elegido, dirija temporalmente los destinos de Europa un francés o un sueco? El camino recorrido tan lentamente, sí ha venido a consolidar un amplio espacio vital de paz. Necesitamos de más entendimiento. Y en los momentos actuales, más que nunca. Ahora podemos ver la fuerza poderosa de la economía cedida, motor inicial del sistema, encallada por los desmanes e intereses políticos y de negocios en soberanías mal dirigidas (simplificando el problema). Una vez podamos ajustar su tráfico, (regulando mercados; no tratando comercialmente con los llamados paraísos fiscales; ampliando el ámbito de actuación de las personas jurídicas más allá de sus países de origen a Europa entera, con iguales moderadores, tribunales e impuestos; estableciendo limitaciones a las rentas; reconduciendo la estrategia del esfuerzo al pleno empleo, etc.) se habrán de aplicar medidas correctoras para que la política se convierta en la noble esperanza social, que poco o nada pueda intervenir en la economía del retail, fuera de una partida asignada.
El ciudadano está pagando el castigo de la crisis. Los políticos, junto con sus amigos los banqueros, la han provocado con engaños y desatinos y, ahora, además de ejecutores, se aprovechan beneficiándose mutuamente. Son culpables. Y desde Europa cierran los ojos y nada quieren saber del sufrimiento. Callan. Esperan un escarmiento. Hemos de linchar en las urnas a los que se auparon al poder mintiendo y no elegir a tanto impresentable. Probemos con nueva gente, comprometida por escrito a desterrar privilegios, asumir responsabilidades, implementando, con un plan mínimo de innovación del Sistema,  Honorabilidad, Transparencia y Rentabilidad en todos y cada uno de sus actos. Un Sistema flexible y duradero que vengo predicando en el desierto, expresando grupos de medidas (todas revisables) que erradiquen prácticas delictivas y amorales como las que ahora vemos cada día en la prensa. Formar parte de un Gobierno con tantos asesores a su disposición no debe ser difícil. Miles de funcionarios están dispuestos a cumplimentar las instrucciones que se requieran por una Europa eficaz.

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