sábado, 11 de mayo de 2013

SOBERANÍA. PATRIA. RELIGIÓN.


Soberanía. Patria. Religión. ¿Para qué se las quiere si generan enfrentamiento con sólo pensar de ellas de distinta manera? Lo que importa es vivir en paz, sentirse bien consigo mismo y con el resto de los conciudadanos. Éstas pueden ser dirigidas por negros, bajos, rubios o flacos y llamarse como quieran: ¿Qué más da? El hombre lo que se desea es no tener problemas de salud y, en su caso, ser atendido; poder acceder a la educación para conseguir la capacidad necesaria; gozar de un trabajo con el que poder vivir dignamente, empleando su esfuerzo, siendo útil y disponer de la  oportunidad de buscar la felicidad en libertad, con respeto y justicia. ¿A quién interesan las transacciones con soberanía, patria o religión? ¿A políticos, militares, religiosos? ¡Rapiñas ocultas del miedo! Retorcidos mercados que actúan por lo general  anónimamente, con afán de lucro desmedido, sin acato ni consideración, convertidos en elementos depredadores, putrefactos, coercitivos, donde la extorsión y el engaño son moneda de cambio y todo les está permitido. ¿Para qué complicarse la vida con ellos?
En su propio beneficio son nuestros sentimientos, emociones, conciencia con los que juegan, tantos y tantos golfos, poniéndolas en entredicho. Una soberanía, una sola patria, un solo Dios ¿para qué queremos más? Ni tampoco. Sin soberanía, sin patria, sin dios, también se puede vivir. ¿Acaso alguien es dueño de tales expresiones? No. Por supuesto que no. Menos aun, por tanto, lo serán de sus atributos (si es que los tienen). ¿Qué nos asusta? ¿Acaso el hecho de que alguien se los arrogue nos asusta? ¿El hecho de perdernos, de no saber quiénes somos, nos da pavor? Sí. Como humanos no podemos evitar el ancestral miedo que algunos términos nos provocan. Es cierto. Pero no es menos cierta la conveniencia de irlos erradicando. Eludir de nuestra personalidad expresiones de soberanía, patria, religión que nos fueron inculcadas siendo niños, sin nuestro consentimiento, (posiblemente, sin saber por qué lo hacían, impregnando más tibieza a la ignorancia, más odio al diferente, más publicidad a negocios extraños) facilitará más claridad a una identidad que irá tornándose, dejando de estar involucrada con algo que no le es propio; a lo sumo de todos.
Tratemos de ser Honorables en los comportamientos, haciendo que nuestras actuaciones sean Transparentes, buscando la Rentabilidad en nuestros desempeños, sin admitir que nada ni nadie, por cualquier justificación, los incumpla. Rechacemos al sinvergüenza, no tratando con él. Al que oculta demasiadas cuestiones, porque terminará engañándonos. Desconfiad del que no trata de obtener beneficio en sus trámites, porque seguro que algo sucio maquina. No aceptemos regalos, ni prebendas, ni favores de desconocidos u opositores ¡Buscad a otro! Tratar con iguales. Con gente que honradamente se busque la vida. Que sea claro. Que procure ganar. De ninguna manera con oscurantistas, arrogantes de mentiras, miserables de soberanías, de patrias o de religiones ¡A la mierda con tanto mangante!
Español, sí. Estoy orgulloso de sentirme español. Apenas si puedo, ni deseo desprenderme de mi identidad. Pero bueno, mi mente no deja de reconocer que otras personas tienen otra identidad distinta y, también, están orgullosos de ella. ¿Y qué? ¿Por qué no compartirla? ¿Acaso tengo algo contra los franceses, ingleses, alemanes..?   De ninguna manera. Solo quiero apártame de los cínicos y no tolerar sus manejos. Un grupo de personas puede dirigir un país. Pagarles y sustituirles en los cargos si su cometido no lo hacen bien, exigiendo responsabilidad para lo que se comprometieron. Preséntese voluntarios. Examínense. Los cargos pueden surgir del azar. Echémoslo a suertes. Respaldemos estrategias, programas, decisiones. No hace falta ni soberanía, ni patria ni religión y, por supuesto, nos saldrá infinitamente más barato.

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