sábado, 7 de diciembre de 2013

MPC 3C) EL DINERO SOCIAL EN EL MERCADO DE TRABAJO



Hoy el Estado para financiarse recurre a los mercados y emite empréstitos, es decir, aumenta la deuda de todos. ¿No podría hacer otra cosa? Por supuesto que sí. De estar  implantado el nuevo Sistema que propugnamos tal financiación no sería necesaria como ya hemos hablado en entradas anteriores. No obstante, imaginémonos que la Administración se quedara sin fondos y no pudiera pagar a los Funcionarios ocupacionales (personas que se quedan en paro y el Sistema  del Proyecto de Ciudades Ocupacionales les da empleo). Ante tal caso (poco probable una vez estimado su superávit), la Administración en lugar de emitir más deuda y aumentar su dependencia (la mayor parte de las veces insalvable por los altos tipos de interés, las duras condiciones de devolución y que sólo benefician a intermediarios financieros y/o a titulares de recursos ociosos) crearía el Dinero social. Un dinero especial que no ha ser creado sino para imprescindibles necesidades  y dentro de unos márgenes técnicos de seguridad razonable: Siempre que la causa sea vital. Se pueda pagar a vencimiento y la actividad comercial no se desequilibre. Tres razones que toda familia entenderá de verse a sí misma teniendo que recurrir al crédito: Una: Habrá un motivo muy importante. Dos: Tendrá capacidad de reembolso. Tres: La solvencia y garantías, en su caso, lo permiten.
España tiene un problema ¡Perdón! Muchos problemas, pero nos centramos en el paro que desencadena la pobreza, la ruina propia y la del país (atraso, déficit, emigración, desigualdad, y un largo etcétera  que más vale no enumerar). Los economistas dicen que para la creación de empleo es imprescindible que haya crecimiento; sin embargo, éste sin aquél no tiene sentido. Siempre estaremos en una especie de noria o círculo vicioso del que hay que salir, salvo que nos alejemos de los caminos de la especulación en los que se sustentan los mercados.  Unos mercados (97% especulación) de pérdidas  y beneficios basados en apuestas con bienes ficticios;  comprando y vendiendo humo que nunca se materializa; creando fondos de un comercio imaginario que a nada conduce, excepto la de obtener sustanciosas primas por intermediarios sin escrúpulos (en una noche de insomnio) malogrando la miseria de mucha gente y del planeta: absorben, califican, suben o bajan cifras y valores a su antojo. 
El Dinero Social no es otra cosa que dinero. Un dinero que ha de ser gestionado y garantizado por el Estado por el que no pagará intereses y podrá amortizar antes de vencimiento. Por tanto, será  anónimo, a la vista y de fácil circulación; con un plazo de validez y un fin determinado de características propias y peculiares que se pueden implementar en cada caso. Es decir, si ha sido emitido para el pago de prestaciones a desempleados por ejemplo, será de exclusiva utilización para bienes básicos (alimentación, cobijo, educación). Esto tan simple dará impulso a la economía rompiendo el círculo de la crisis que es como una pescadilla que se muerde la cola.  Aumentará el consumo interior. Servirá para que la gente siendo útil se gane la vida  honradamente. Reconociendo que el valor del esfuerzo funciona sin tener que depender de la caridad, sino protegidos por un Estado del que forma parte  y cumple con la Constitución. El dinero social será el arma necesaria para ganar la batalla al desempleo. Destapará al parado camuflado tanto como a los empresarios desaprensivos. EL PLENO EMPLEO SERÁ UN HECHO. Fomentará iniciativas para crear nuevas empresas, aprender nuevos oficios que surgirán más fácilmente debido a la unión de ideas y las mejoras por lograr. Evitará la sangría de nuestros hombres al extranjero. Puede haber personas (de hecho las hay) que no consideran digna la medida y les cuento: Es más indigno no tener trabajo y carecer de medios para alimentar a los tuyos, que ejercer una ocupación, sea la que sea, provenga de donde provenga, que tener que recurrir al delito, la mendicidad o a otros para poder vivir.

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