sábado, 10 de mayo de 2014

LA VITALIDAD ES COSA NUESTRA



Hoy, más que nunca, vivimos en una época en la que tantas cosas que parecían seguras se han hecho inciertas. Multitud de explicaciones ingeniosas, científicas, irrefutables han caído como un castillo de naipes barridas por la Naturaleza, tecnologías aceleradas o por las conveniencias caprichosas de algún magnate; es más, ni siquiera lo inmutable se considera que exista dado que, absolutamente todo, forma parte de un conjunto en continua transformación. ¿No será que tales movimientos e incertidumbres nos muestran el camino de la prudencia? Crisis personales (físicas/psicológicas), crisis sociales (económicas/políticas), crisis culturales (religiosas/morales), crisis reales causadas por la inestabilidad del hombre. Si no cambiamos nuestro sistema de vida las crisis las tendremos permanentemente.  
Los patrones de conducta se han ido sustituyendo, alternando acompasados por las modas o tendencias que han ido surgiendo: creencias religiosas, ideologías políticas, tipos psicológicos,  tradiciones históricas u otros factores no menos importantes; aunque en el fondo, en la historia universal subyacen los problemas de la interdependencia, la masificación, la tecnificación, si bien, la subsistencia del hombre sigue siendo la asignatura por aprobar.
A todos los hombres se nos ha de proporcionar un nivel aceptable de vida, dentro de una sociedad que funcione sin trabas, en democracia y para ello será necesario de un modelo social que responda a los factores de Honorabilidad, Transparencia y Rentabilidad.
Aún resuenan en mi mente las ideas del Liberalismo (fundamentado en el sistema de propiedad privada, cuya conciencia humana se extenúa por el destajo o la explotación) o del Marxismo (basado en la existencia social de un hombre, cuya conciencia le determina a su relajamiento). Con ninguna y con las dos ideologías comulgo escogiendo partes de ambas: Limitando la codicia a la que conduce la primera y cediendo algo de ella a la segunda. Trabas éstas en búsqueda de un beneficio personal conducente a la realización de un hombre libre, no atado a los bienes materiales, ni desposeídos de ellos. Convencido inicié la tarea proyectándola sin detenerme en los interrogantes. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Con quién? Pensé en principio, que sería como una síntesis de difícil elaboración, comparable a unir a las tres religiones monoteístas con sus variables tipologías: judía (acuerdo y ciencia), cristiana (aflicción y humanista), islámica (suerte y social). El procedimiento surgió y lo vengo continuamente explicando: Innovar el capitalismo mediante el establecimiento del Proyecto de Ciudades Ocupacionales (P.C.O.), que en la práctica nos dará la vitalidad necesaria cuya conciencia individual, por un simple esfuerzo, permita el mínimo nivel de supervivencia.
No olvidemos que fue el espíritu burgués la consecuencia de condiciones económicas capitalistas o el capitalismo se desarrolló como consecuencia de un talante burgués, lo que viene a significar que cada uno contribuyó a la formación del otro. En un sistema comunista que no se impongan los medios que impidan los delitos o éstos no sean sancionados con el rigor de la justicia, el espíritu de relajación es tan displicente como las banalidades déspota de un capitalismo salvaje. Ya las ideas absolutistas no han de tener cabida, sin embargo, existen democracias en las que los debates sufren de absentismo y sólo una voz clama por cientos. También han de ser abolidas. Hay que hacer de la política una actividad noble. 

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