sábado, 9 de agosto de 2014

MARCAS A TENER EN CUENTA



En el primer mundo (llamado civilizado) se dan desigualdades tan alarmantes como en el resto de los mundos conocidos. Aparte de la riqueza, el poder y la corrupción, variadas son los signos que las distingue: religiones, armas, tratas, drogas, sexo, influencias, inutilidades, complejos, y un largo etcétera social. España es claro ejemplo. Una gran masa amorfa de existencias, que no de inteligencias, se desarrollan en su sociedad. Así concurre entre nosotros el mayor ente multinacional al que se premia condonándole impuestos, se inscribe a su favor propiedades no matriculadas en el Registro de la propiedad y se le asigna un porcentaje de los impuestos de las personas físicas a engrosar sus arcas. Con ello se amplía su autoridad, alimentando a sus bancos,  medios de comunicación, inversiones desconocidas, propiedades y bienes suntuosos y otros derechos ocultos que  posibilita a sus componentes gozar de impunidad manifiesta.
Los hay en la mayoría de países y sus militantes pasan los días jugando, sin dar golpe, para evitar la guerra. Gastan por doquier en armamento que siempre será obsoleto; para poco servirá ante las potencias que lo suministran, ni siquiera ante un posible enemigo menor, que pudiera causar conflicto de intereses, dado que su uso siempre es más costoso (en vidas humanas y bienes materiales) que el no utilizarlo y, en su caso, dejarse dominar o pagar a un tercero que defienda una posible invasión enemiga. De todo el mundo son conocidos los estados sin ejército cuya población no se siente desprotegida; al contrario, la neutralidad produce no oposición y, por tanto, inviolabilidad de sus habitantes.
Otros los constituyen parásitos que se refugian en el anonimato, en un segundo plano, en decir amén a todo lo que sus superiores digan para medrar ascendiendo o cambiando de bando, tantas veces como sea preciso a sus propósitos sin riesgos a ser descubiertos o tildados de gorrones. ¡Cuántos en el deporte, en los consejos de administración, detrás de un florero!
¿Qué decir de los complejos? Basta leer a Freud para hacerse una idea y darse cuenta. La unidad antidisturbios cuyos componentes fueron castigados en su niñez y ahora se desquitan repartiendo palos. Otros, medrosos salvadores de su culo, buscan refugio detrás de un uniforme o con su aforamiento. Se consideran superiores cuando en su casa no pasaron de ser el niño con mocos. Y, como siempre fueron relegados o los últimos, ahora se satisfacen implantando a su favor sueldos desmesurados, pensiones inalcanzables, tributos de risa y los privilegios que se les antoja. Y así, sin que Dios sepa cómo, surgen cuentas en los paraísos fiscales (sin ejército ni patria) con los dineros obtenidos al dejar a Dios en calzoncillos.
No me extenderé con más marcas, que toda España conoce. Por eso, si yo fuera Dios os diría: españoles no seáis imbéciles haciendo caso a todos aquellos, comerciantes o no, que dicen representarme  y me muestran como el elixir de la felicidad  a costa de desnudarme para hacerse inmensamente ricos. Ved lo que tienen: Dinero en sus bancos, edificios, tierras fértiles, informativos, obras de arte y demás cosas que no necesito. Actúo, como citó Don Quijote: “… y es mi oficio y ejercicio andar por el mundo enderezando tuertos y desfaciendo agravios...” lo más parecido a lo que dijera Sancho de él: “¡Oh humilde con los soberanos y arrogante con los humildes, acometedor de peligros, sufridor de afrentas, enamorado sin causa, imitador de los buenos, azote de los malos, enemigo de los ruines, en fin, caballero andante que es todo lo que decir se puede!”. El mundo está sembrado de dolor y miedo, señales de peligro con las que ciertos entes os enseñan y domestican; si podéis, no hacerles caso y confiar en lo que sólo asimilasteis con placer y recompensa, que no son sino huellas  de amor con las que alegraros.

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