sábado, 6 de septiembre de 2014

LA DESHUMANIZACIÓN DEL CAPITALISMO



Copié y pegué de algún periódico el artículo que a continuación transcribo. Omití autor, fecha, medio y ni siquiera estoy seguro de que el título fuera el mismo con el que lo encabezo. Pido disculpas por tantos errores cometidos, pero creo que merece la pena leerlo. El texto dice:
“Cuando niños de 8 años son enviados a consultas psicológicas porque tienen complejos y depresión, algo muy jodido está pasando.
Cuando el programa de TV más visto por los niños es el Sálvame Deluxe, deberían saltar todas las alarmas.
Cuando a millones de personas les importa un comino que el mundo entero se vaya a la cloaca y cada día muchos se suiciden, deberíamos sentir ASCO.
Pero no solo sentir, hay que PENSAR de donde viene toda esta deshumanización.
En una sociedad capitalista, ¿por qué nos sorprendemos cuando la gente decente contempla con repulsión lo podrido que está todo? Que nos sorprenda indica que seguimos sin saber lo que es el sistema capitalista. Un sistema hecho para robar y explotar. En el capitalismo, todos somos una mercancía que ha de ponerse en venta para sobrevivir, cada persona vende su fuerza de trabajo al empresario.
Las empresas que funcionan antisocialmente (la inmensa mayoría) tienden a psicopatizar a sus empleados; hay quienes no se adaptan y se deprimen, hay quienes son lúcidos y tienen valores e intentan sobrevivir sin perder su dignidad, hay quienes pierden completamente la dignidad, se psicopatizan y se convierten en personas antisociales.
Caso aparte merecen las enfermedades mentales creadas por este inhumano sistema de vida. La más común es el estrés crónico, riesgo de salud gravísimo, que puede acabar en depresión y que puede cambiar la personalidad de un individuo y volverlo antisocial.
Bajemos al metro, ese transporte de ratas donde se puede ver a la gente sumida en sus propios pensamientos, sin la máscara. Rostros sin vida, frustrados, tristes, alienados, contando hasta que el dolor pase. La teoría de que “si me hago frío y no siento nada así no sufro”, y cada día se convierte en una nueva claudicación de cada ser humano de sus facultades humanas y niñas ajadas con solo 18 años, que no se acuerdan de lo que hicieron la noche anterior, ni con quien se acostaron. Millones de jóvenes se aburren enormemente, porque no tienen inquietudes, no aprecian la música, la literatura, el arte, nada, están vacíos y ancianos, y su única salida es drogas y alcohol, y sexo los afortunados en el mercado de carne. Pero no como fuente de diversión lúcida, empatía, o conocimiento, sino como triste evasión del dolor.
Faulkner dijo, “entre el dolor y la nada, elijo el DOLOR”.
¿Pero cuantos elijen la nada?, ¿Cuántos sudan e hiperoxigenan cuando se les hace pensar, cuando se les muestra su realidad en el espejo, cuantos huyen sin mirar atrás?
El mayor miedo del ser humano es mirar la realidad a los ojos, y sobre todo ponerse a sí mismos frente al espejo de la verdad.
Y somos duros por fuera, como feos monos acuclillados en nuestra indiferencia, pero blandos por dentro, sin voluntad. Decía Cervantes, “antes prefiero la tristeza en mi rostro que la mancha en mi corazón”.
Y nos han ido moldeando así, porque el capitalismo no es torpe e incompetente como la izquierda, y el ser humano es la materia más maleable de la naturaleza.
Jamás un psicópata entenderá lo que es un ser humano, su belleza y grandeza; sin embargo, es el más hábil para saber cómo quebrar a un ser humano y convertirlo en un dócil esclavo, en ello invierten miles de millones de dólares para investigación e implementación.
Y así como el mayor don del diablo fue hacernos creer que no existía, el mayor don del capitalismo es hacernos creer que vivimos en libertad. Pero la única libertad que existe es el conocimiento, el pensamiento superior y el poder ser dueño de tu pensamiento y de tus actos en un medio donde tus derechos estén cubiertos. El conocimiento emancipador se nos oculta, el pensamiento superior se nos amputa en el sistema educativo y mediático, y en el trabajo se nos explota.
Da igual que estemos hablando con un doctorado, la mayoría de la gente no sabe pensar; o no es capaz de trascender los límites que el sistema ha colocado como gruesos barrotes en sus esquemas cognitivos.
Poca gente se da cuenta de que vivimos bajo un imperio y un mantra de pensamiento único falsamente adornado de pluralidad.
Es solo en los márgenes donde se cultiva el pensamiento y donde se leen a los escritores no vendidos al capital o no controlados por la ideología del capital.
Pero volvamos a cómo quebraron nuestra fortaleza: Lo hicieron alejándonos de nuestros semejantes, rompiendo primero las gens de las primitivas tribus, después rompiendo el trabajo colectivo, y por último rompiendo la unidad familiar. Millones de seres humanos vagan sin vínculos y sin raíces, y lo peor de todo, sin valores humanos. Individuos aislados son fáciles de manejar. La única fuerza de un trabajador es la organización colectiva, es decir, los sindicatos verdaderamente obreros.
Y uno ya se asusta cuando escucha decir “la educación no es importante”, “las ideologías habría que abolirlas”… Ideas que no salen por generación espontánea, que son cultivadas en el caldo mediático, ONGs, movimientos sociales, etc. Y no nos damos cuenta de que repetir ese mantra es aniquilar el producto de la inteligencia y los valores humanos: la educación, la cultura, las ideas estructuradas en ideologías.
Tal como decía el gran Leopoldo María Panero en una entrevista con Sanchez Dragó, con parecidas palabras, “el capitalismo tiende a uniformizar a todos los individuos, de aquí a poco tiempo ya no habrá genios de personalidad genuina”. Las nuevas ciudades se construyen todas igual, sin identidad, el nuevo PAU de Vallecas es idéntico al nuevo PAU de Río de Janeiro.
Y es evidente, la decadencia en la filosofía, en la política, en las artes, en la música… Pero volvemos a lo mismo, ya no se trata de obras de arte sino de mercancías. Es difícil, por tanto, que no se degenere nuestra cultura. La uniformización de la diversidad cultural se disfraza de cosmopolitismo, generalmente de folklore basura, o de cultura pasada por la domesticación comercial.
Bukowski también lo dijo, “ya no va a haber más genios, yo soy el último”.
Hace poco caminaba con una chica por una calle de Malasaña, ella saludó a otro hombre, por el gesto pensé que aquel tipo debía no ser más que un conocido de vista, ni se pararon a hablar. Resultó que el tipo era su más reciente pareja sexual. ¿No nos indica este hecho lo muertos que estamos?
Pero la sabiduría acumulada de siglos y la psicología científica nos indican que el ser humano necesita vínculos afectivos, necesita relaciones sanas, de confianza, de sinceridad. Pero las parejas fallan, los amigos fallan, parece que lo único que no falla son las madres.
Pero, ¿la gente sería tan infame si viviesen bien, si su vida tuviera un sentido que no fuera el de matarse a trabajar para que un tipo se compre 30 palacios y una isla con su propia flota militar?
Antes, cuando algo se rompía en una relación humana, se hacía por arreglarlo, ahora simplemente se desecha.
Y no nos engañemos, cuanto más grandes y groseras risotadas soltamos en el bar o en la oficina, más ocultamos nuestro vacío, nuestra infelicidad y frustración.
Tal es la frustración que no dejamos de observar cómo, en esos eventos deportivos señalados; la gente, no necesariamente hooligans, estalla en una catarsis de violencia colectiva, revientan mobiliario urbano, se pegan con los demás, con la policía, etc.
Es evidente que la gente no está bien y parece que para muchas personas, el único modo de sublimarse y ser libres por unas horas es pegarse de hostias con lo que sea.
Cuando el marido llega a casa arrodillado es la mujer la que se arrodilla y el marido se levanta.
Y esos hombres de negocios, de éxito según los deshumanizantes valores del sistema, también se arrodillan, también se vejan, porque en una sociedad jerárquica basada en la competición salvaje siempre hay alguien más arriba que exige se le besen los pies. Y siempre hay un alienado dispuesto a arrodillarse para tener más “éxito social”.
Los que no aceptan esta estupidez tienen que ser muy fuertes para que la presión social y mediática no les afecte, y pueden deprimirse si no encuentran su lugar en el mundo.
Si el lector aún no sabe de dónde viene todo esto, que abra los ojos a su alrededor, ¿qué nos están dando en la televisión?: programas, series, realitys, películas, donde el ser humano es tratado como un trozo de carne, vago, degenerado y maloliente. Y mal que nos pese, la televisión está por encima de la realidad, y moldea la realidad, nuestros pensamientos y creencias sobre absolutamente todo. “Sin tetas no hay paraíso”, “nadie tiene sueños eróticos con alguien muy simpático”, “física y química”, y un bombardeo infinito y constante de basura. Cuestionen la ideología que reciben sus hijos viendo películas de Julia Roberts.
La televisión es el único servicio privado que se ofrece gratuitamente. Hasta Zapatero implementó un servicio gratuito para que todos los viejos hicieran el cambio rápida y eficazmente a la TDT.
Y en estas estamos y en estas seguiremos, hasta que la gente no se interese por aprender lo que más afecta a sus vidas; tanto individuales, como a la humanidad como colectivo. Hasta que la gente no acepte esta triste realidad, que por incómoda, se lleva a lo más profundo del trastero de nuestro cerebro. Es el futuro del ser humano como especie lo que está en juego. Den ustedes un sentido a su vida por lo que merezca la pena vivir y morir.
En las antiguas gens no existía seguridad social, ni policía, ni jueces. Todo el mundo estaba unido y se ayudaba mutuamente. No podemos volver materialmente a eso, ni debemos, pero la evolución continúa. Quien nos diga que el ser humano acaba aquí, encerrarlo en un manicomio. Quien nos diga que el hombre es malo por naturaleza, encerrarlo en una celda. Quien nos ladre, ponerle un bozal y una correa y pasearlo en las ferias públicas”.
Agradecería que, si alguien lo sabe, me facilitara la información de la que digo carecer al principio. Muchas gracias.

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