sábado, 11 de julio de 2015

EL PODER DE LA VOLUNTAD

No soy fuerte. Mis sentimientos sensibles me condicionan. Se tornan débiles y producen una lánguida angustia que me entristece erosionando mi estado de ánimo y mi salud. Por ello he de cambiarlos con renovados bríos y afrontar las vicisitudes que lo provocan, aun cuando deba aceptar cuanto llega como una carga que se me impone, a fin de no deteriorar más aún mis defensas. He de combatirlos para que éstas no se resientan y evitar que mi voluntad quede cautiva, a merced de un tercero ¡Depende de mí!
Mi libertad merma cuando esto sucede, al compás de los acontecimientos que me arrastran, sin saber cómo hacer frente al enemigo anónimo (dentro de mí) que me tiene en sus manos. He de prepararme y, por consiguiente, no tolerar más su dominio ¡Depende de mí!
Despotricaré, maldeciré solo y en alta voz, con energías renovadas. Juraré no dejar entrar la caridad que clama y pide compañía para zafarse entre mis sensibles sentimientos que se culpan, se arrugan y la acogen complacientes e inmóviles. Lucharé y lucharé apretando los puños, reprimiendo su engaño hasta rechazarla, como al ignoto enemigo que me hace llorar. Y lloraré si es preciso de rabia o desesperación, pero la confianza en mi empeño por resistir a la costumbre de lo que siempre se ha hecho logrará la victoria, sin más cesiones ni indulgencias que el desinteresado amor por saber cómo forma parte de mí el mismo sentimiento que me emociona y me consuela ¡Depende de mí!
Por la caridad entra la peste dice un refrán popular, que a veces no se entiende aunque esté muy claro. No te fíes de las apariencias que engañan. Ni tampoco habré de fiarme de esa compañía caritativa que, en mi interior, viene a sustituir el dolor de la aceptación por el odio, el rencor o la envidia que lo complace. Es el sufrimiento el que me permitirá ver claro para no resignarme, poder luchar y cambiar la situación. El miedo complaciente de siempre me debilita inhibiendo mis fuerzas, llenándome de tristeza, abogando por la inanición y llenándome en un mar de lamentos. No me ahogaré y nadaré, no pararé y gritaré esforzándome en sacar la cabeza a respirar tantas veces como sea necesario para coger el oxigeno que precise. Todo forma parte de mí ¡Depende de mí!
Hasta los genes inmutables que heredé de mis padres oscilan su significado y parecen distintos a la hora de representarse. Mi forma de vivir, mi manera de pensar, mi alimentación, mi educación hacen de continuo que el tono, el matiz, el color, el punto del gen se exprese de manera diferente ¡Depende de mí!
De mí depende mi propia voluntad: mis actos, mis estados de ánimo, mis decisiones, aunque escondidos habiten en las inconsciencias oscuras que no son sino fruto de mi conducta consciente o, quizás, sea al revés: ¿mi juicio arrastrándose en pos de mi subconsciente?   
El esfuerzo (unas veces más que otras) hará sentirme bien y realizar el sueño de cada día  y ser feliz. Nadie más que uno es culpable y de nada sirve arrepentirse. Siempre habrá de hacer lo que toque. Exculpar a quien ofendió. Enmendarse. Y dar valor a las cosas. Proporcionarán la satisfacción y tranquilidad de ánimo que necesitamos ¡De uno depende!

No soy fuerte, pero si flexible resistiendo el envite del viento que persiste y nunca finaliza.

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