martes, 10 de noviembre de 2015

A PROPÓSITO DE LA INDEPENDENCIA

Sólo la cultura puede liberarnos.

Y para liberarnos no cabe admitir una monolítica educación. No caen dos colores únicamente: la del espíritu nacional o la diversidad de la razón, la de la lucha de clases o la del reino de los cielos, la de los catalanes agarrados o la de los españoles nos roban; el arco iris es bastante más amplio.
Ningún monotema tiene por qué enfrentar a las personas, salvo que desde la más tierna infancia se inculquen verdades equivocadas, sin posibilidades de discrepar, sin género de dudas que lo aclaren o lo cuestionen.  No sé si aún estamos de acuerdo en quién descubrió América o si la Tierra es o no el centro del Universo o si este o aquel río nace o muere en lugares innombrables. Muchos serían los quemados en la hoguera, muchos los acusadores para que a ella fueran: ¿para cuándo permitir a los expertos que pongan de acuerdo a los políticos en impartir una sola clase de enseñanza? Sin vencedores, ni vencidos, sin argucias ni sutilezas que lleven al engaño; sólo y exclusivamente los fundamentos de la ciencia (ligados o no a la filosofía) con las raíces de las cosas que razonen la evolución de la vida, dado que todo lo que ocurre tiene que explicarse por algo sucedido anteriormente.

Animo a que se haga un pacto por el conocimiento. Que sean los técnicos quienes implanten el método, el contenido, las reglas para enseñar igual para todos; con la salvedad de que si en algo existe discrepancia se formule y se haga saber. Los resultados mostrarán saberes alejados de odios, rencores y venganzas, ya que al mundo de las ideas, de las decisiones y de la confianza les bastan los estímulos de superación y esfuerzo. La escuela los necesita  y todos los necesitamos para que el futuro no nos enfrente.

Nota:

Un duro golpe de Estado se ha producido en toda regla. Hace tiempo, algunos asaltaron la República con las armas al grito de Viva la República y murieron de forma injusta mucha gente, arruinando largamente el pensamiento de España.  Ayer, con otro tipo de armas tan peligrosas como aquéllas, saltándose la ley igualmente, al grito de “por la Democracia”, en nombre del pueblo catalán, segregaron la Democracia, cuando ésta no se divide a la fuerza, retorciendo las ideas o arrogándose representación que carecen, sino que ha de hacerse con el respaldo unánime de las leyes y la gente, con el convencimiento que ellas (ideas y leyes) proporcionan y no para guarecerse unos de presuntos delitos cometidos como antes lo hiciera el “honorable” y  otros para lograr la República de la misma manera que la derrocaron.


Existe la sospecha que el principal valedor de tal iniciativa, que en otro tiempo manifestara que la independencia estaba anticuada y que conseguirla no era posible sin saltarse las leyes democráticas, hoy se envuelve en la vulgar treta que cualquier delincuente utiliza: acusar a los demás de sus propios errores, sintiéndose perseguido y sin querer aceptar su derrota.

¡Qué el tiempo resuelva lo mejor para la gente que, en definitiva, es la que paga sufriendo las consecuencias!

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