sábado, 26 de diciembre de 2015

LA CONSULTA EN CATALUÑA

Como ciudadano honesto e independiente, una vez hecho uso de mi voto libremente y visto los resultados obtenidos en las elecciones generales del 2OD, me alegro de la situación que la totalidad de los mismos originan. Las diferentes formaciones políticas habrán de trabajar y deberán hacerlo en beneficio de España. A nadie se le escapa, no obstante, que velarán por sus propios intereses, pero éstos pasan por, aun manteniendo sus ideologías, beneficiar a los españoles y a sus territorios en general dado que, de lo contrario, se les vería el plumero fácilmente. Deberán pensar, hablar, ceder… para acometer los principales problemas que tiene nuestro país, España: el desempleo, la independencia de Cataluña, la corrupción… Una solución tomada por un único partido resueltamente como si fuera un rodillo, por muchos escaños que tenga (que no, necesariamente, corresponde a mayor número de electores), nunca sería la solución correcta, salvo para el propio partido; mientras que si las medidas son producto de acuerdos satisfechos por varias formaciones, deduciremos que los mismos, aun no tan rápidamente, se han sopesado dejando atrás posibles arbitrariedades.
Antes de nada, deseo poner de manifiesto ( lo habrán leído o pueden hacerlo todavía en este blog) que mi idea es contraría a la expuesta por el partido Podemos respecto a la soberanía territorial de nuestra España; no obstante, manteniendo que toda rigidez es la fuerza más fácil de batir, que todo lo flexible, al contrario, es la más difícil de vencer, que lo provisional se convierte en definitivo o que lo aleatorio en ley, me he propuesto reflexionar sobre lo que hoy, a mi juicio, es el segundo problema nacional. Prescindiré de La Constitución, susceptible de modificar, centrándome en el principio activo como diríamos de una medicina. (Los humanos, no obstante, siempre buscamos una explicación, un argumento u origen para comprender lo qué pasa o por qué pasa, pero eso, a veces, es difícil de obtener, ya que, sin duda, lo aleatorio existe, y el miedo, al que recurrimos por falta de conocimiento, ya se encargan algunos de vendérnoslo envuelto en religión o misterio). Imaginémonos una familia. Dentro de ella puede surgir el niño rebelde, el hijo pródigo, el padre, la madre, el amante del marido o de la mujer... cientos y un problemas de amor, de comprensión, de convivencia, de intereses… Y, siempre se han de tomar medidas. De hecho se han habilitado centros especiales para aislar a hijos, proteger a mujeres, separar a unos de otros y leyes para que los divorcios o rupturas sean lo menos dolosos para todos. Hay quienes nunca superarán los esfuerzos por el logro de una coexistencia civilizada. No obstante, examinemos qué hacer con los bienes de todos (individuales, gananciales, proindiviso) en el marco de una comunidad común sujeta a normas de todo tipo, donde conviven personas muy diferentes, tanto físicas como jurídicas. Descartemos también al honorable delincuente que cada noche maltrata a su mujer e hijos, llega borracho… sólo cabe juzgarlo para que vaya a la cárcel. Anulemos igualmente  los sentimientos mal llamados de “identidad nacional” que equivocarían toda razón a la hora de negociar.
Imaginémonos a Cataluña, un espacio proindiviso, cuanto menos de todos los españoles, en el que habitan millones de intereses de entes, personas jurídicas, físicas... y sólo éstos últimos puedan decidir sobre tal territorio, en todos los aspectos y mediante Referéndum, sin más consideraciones. No importa el orden jerárquico que ocupan en la familia española.
Hagamos el penúltimo esfuerzo e imaginémonos que el Estado (a través de su Gobierno) no se enroca y mueve ficha para permitir el derecho a decidir conforme hemos fabulado y lo primero que nos preguntaríamos podía ser:
-          ¿Sería o no vinculante? ¿Habría que hacerse ya o más adelante en todas y cada una de las comunidades? ¿Podrían optar a ello en cualquier momento? ¿Cuántas veces podría repetirse? ¿Cuál sería el porcentaje necesario para que fuera vinculante? ¿Por qué no modular las edades de los votantes?
Si prevalece la NO independencia todo quedaría igual, pero cambiarían muchas cosas.
Si se despuntara el SI a la independencia nada quedaría igual y cambiarían muchas cosas. Los analistas, los politólogos, los  mediadores, los encantadores de serpientes estarían encantados con tanto trabajo que les llegaría; los aficionados como yo, no vemos otra cosa que miseria y desastre para la gente de a pie. (Por supuesto, los de arriba, los salvadores de patrias, nunca pierden, al contrario, sería una excelente oportunidad para ellos chupar más). Si España prescinde de Cataluña y viceversa, saldrían enfrentadas como de una guerra. Descarto ser prolijo en aciagos detalles que, tratándose de una hipótesis, a nada conducen. Cada cual que se lo piense y observe adónde su imaginación lo lleva.
En una familia del amor se pasa al desamor en un abrir y cerrar de ojos, tan pronto sucede la separación y, aun de común acuerdo, se recurre al abogado y tribunal. ¿De común acuerdo aceptaría España la separación de Cataluña? La promesa de generosidad de Podemos (o la de cualquier partido político) no cuela; el resto de España en silencio los dejaría ir con lo puesto, salvo que Pablo Iglesias obre un milagro, y eso, sería dudoso. Si me resta preguntar: ¿por qué no efectuar una consulta a efectos estadísticos, no vinculante, para que se pensara?
Por desgracia, hablémoslo claro, muchas personas (iguales a nosotros) han nacido en el peor momento y viven en el lugar menos adecuado para sus vidas. Habrá que ayudarles e intentar que en el Mundo no existan guerras, enfermedades, pobreza, ignorancia… Esa si es una espina clavada en mi corazón. Otros, y por desgracia en España son muchos, se aventuran en busca de trabajo al extranjero y allí, su condición de emigrantes, los priva de infinidad de derechos, pese a que pagan como el resto de los habitantes sus impuestos. No me lo tomen a mal, pero de esta forma no veo a la gente de Cataluña que abogan legítimamente por su independencia. A mí, se lo prometo,  me gustaría también ser independiente. Algo tendremos qué hacer al respecto juntos, si bien, no nos queda otra que anotar lo que queremos razonablemente e ir en su búsqueda, aunque no a costa de lo que sea como el capital hace.
Por tanto, el SI a la independencia pacífica, por mucho que quiera imaginármelo, no la veo. No soy capaz de volver a los tiempos donde la propiedad privada ni existía o era tomada por los poderosos a su antojo y la ausencia política del hombre pobre era un hecho. Sin embargo, si veo un futuro donde Europa esté unida económica, política y social con un único Gobierno de ciudadanos con igualdad de oportunidades, con las mismas obligaciones y derechos. Aunque para lograrlo no pase por separar fuerzas, sino al revés, aunarnos para que las cosas se hagan bien: Trabajo para todos. Neutralizar a los corruptos. Cultivarnos. Hacer las cosas de diferente forma.

Les facilito una pista. Tal vez hoy lo consideren utópico, pero es el camino del mañana que juntos podemos acometer. Lean mi libro 5 Fórmulas para de bienestar de España que se regala comprando la novela titulada ESCAPE de Sebastián Lorca. La encontrarán en Amazon, librerías o directamente contactando en este blog con el servidor que les habla. Sean felices.

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