sábado, 19 de diciembre de 2015

UNA MANERA DE PENSAR

“Váyase señor…” (Rajoy). Un eslogan que dio resultados a González y a Aznar para desalojar a Suárez y al propio González del palacio de la Moncloa respectivamente, sin que España se hundiera. Y aquí estamos. Nada, ni nadie somos imprescindibles. “Váyase señor Suárez –dijo Felipe González-. Si yo tuviera en mi Gobierno un millón de parados como usted, se me caería la cara de vergüenza y dimitiría inmediatamente”. Por supuesto, que no dimitió pese a potenciar el paro escandalosamente. En España la palabra dimitir para los políticos es inexistente. Se aferran a los sillones como si fueran lapas en las rocas. Y mienten como bellacos, sin responsabilidad que lo penalice.
Todos los Gobiernos nos dicen lo que han hecho bien, pero ocultan (y la gente lo sabe) las muchas posibilidades existentes para haberlo hecho mejor. Sin embargo, con el endémico problema del desempleo (que origina muertes, hambre, miseria, desarraigo, inestabilidad, emigración, violencia, abusos, mafias, esclavitud y, sobre todo, la degradación moral del hombre) ninguno de los Gobiernos que nos ha gobernado lo ha remediado. Todos cacarean de lo que han hecho al respecto y se han otorgado méritos, colgado medallas por los bajos porcentajes (¡no menos del 8%!) en algún momento, pero ningún ejecutivo desde la democracia, ni Calvo Sotelo, ni Zapatero, ni Rajoy, además de los antes citados, han hecho nada determinante por mucho que lo pregonen. Para acabar con el desempleo, no hay más fórmula que OCUPAR FÍSICAMENTE A LOS PARADOS, por una remuneración, como a un obrero más. (No repetiré cómo hacer algo tan simple. Quienes leen este blogs o han leído 5 Fórmulas para el bienestar de España de Reynaldo Tendero lo saben; han sufrido tales reiteraciones al ser el principal problema a resolver, que ya inician la senda para acabar con el resto de problemas, que no son pocos).Haciendo lo mismo  de siempre, lo que han hecho otros, no se logrará nada y abolir radicalmente el desempleo puede conseguirse en menos de doce meses. Lo que nos dicen gurús y políticos son chuminas camperas y, si no se hace, es porque hay intereses para que la situación actual persista. Lo mismo pasa con la corrupción, cuyo germen está en las empresas, obligadas a realizar prácticas desaprensivas para obtener sus fines, ya que hay elementos e instituciones que se lo exigen. (La inmensa lista de casos se haría interminable y haría sonrojar al mismísimo Al Capone). Ni siquiera han prometido acabar con el dinero físico (algo igualmente fácil de acometer) que es la principal arma empleada por los delincuentes, corruptos y comisionistas para no dejar huellas de sus atracos y fechorías.

Hoy, los partidos que han tenido parcelas de poder, apenas pueden ser creíbles prometiendo que, en no sé qué tiempo, acabarán con el paro y la corrupción. ¿Alguien lo cree? Suena a Misa cantada, pero es un cántico a su funeral. Todos tenemos intereses (nosotros, los de a pie, también, ya que la cultura a través de nuestro cerebro plástico nos ha conformado en liberales y conservadores, por simplificar, y la naturaleza humana nos permite mezclar es escepticismo más riguroso y la credulidad más confiada), pero los políticos chalanean con la esperanza que es lo último que perdemos. Un escéptico obstinado como yo no les dará su voto al tener en sus filas nombres propios que han trasgredido la Honorabilidad, la Transparencia y la Rentabilidad que no emplearon en sus actos y, además, persisten en continuar manteniendo entes que no sirven si no para colocar a su gente (Senado, Diputaciones, Sociedades estatales, Fundaciones, ONG´s) sin desasirse de los privilegios injustos de los que gozan (servidumbre, aforados, pensiones). También desconfío de los nuevos partidos. Optaré por el que apunta medidas diferentes y no lo mismo.  ¿Resistirán ante lobbies, empresas o compensaciones? Me engañarán una vez y será su vergüenza; no lo harán dos veces porque la vergüenza sería mía.

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