lunes, 4 de abril de 2016

EUROPA

No sé sabe si Dios existe, si espíritus o energías lo abarcan todo, lo mueven todo y todo les pertenece; ahora bien, lo que sí está claro es que ningún humano, una vez muerto, ha regresado a contar nada. Nadie ha mostrado señales u orientaciones en ningún sentido (religiones aparte). Al aparecer, el ser humano presa del miedo, hastiado de injusticias, falto de consuelo… acude a la voluntad divina que hace vivir a los hombres en una oscuridad absoluta, tanto como al propio Más Allá de los muy vivos especuladores que con Él negocian. Entonces, resulta fácil agarrarse a una fe, no pensar o guillotinar cábalas que, nadie jamás, puede resolver. Sin embargo, pese a todo adoctrinamiento, uno mismo es capaz de desasirse de trolas y creencias. Basta con humanizarse, tratando ser buena persona y poner algo de su parte leyendo, simplemente, la Declaración de derechos humanos.
¿Cuánto tiempo hace y cuántas esperanzas fueron las depositadas al entrar en Europa? Existía en España el resquemor de un enano mental que con su dictadura, en un bar o en otro lugar público, en voz alta, sólo de toros y fútbol se podía hablar. En aquel tiempo se leían libros prohibidos, se conectaban emisoras clandestinas y los enchufes eran la vasta espesura del territorio, aunque la luz se fuera cada dos por tres, a cada instante. Felipe González vino a sacar a la población del engaño en el que estaba sumida y, con su inteligencia, quitó del PSOE las siglas del marxismo para que las conciencias ciudadanas se quedasen tranquilas y pudieran votarlo sin reparo. Y ahora pasa que Europa comienza a identificarse con aquélla España donde la gente vomitaba con Franco o es similar al rodillo de las mayorías democráticas que hicieron y hacen de la corrupción bandera aunque la escupan con mentiras. ¿Dónde está la ayuda para los miles de personas que mueren de frío y hambre dentro y fuera de sus fronteras?
La esperanza en los hombres dignos de Europa se emborrona cuando se esquivan los derechos humanos, maltratan a los que huyen de la guerra (de la que Europa en gran medida también es culpable), dejan morir a seres inocentes que no tienen más culpa que la de haber nacido fuera de sus límites. ¿Son sus dirigentes capaces de vislumbrar a sus familias en las pieles de éstos?
El modelo económico actual del crecimiento especulativo, capitalista y azaroso, no tiene mucho recorrido. Dependerá del agotamiento del suelo, de los acuíferos y de la resistencia del Planeta o de la revolución de los hambrientos. Nadie confía en un sistema no solidario que deja a la caridad (una lacra social) el remedio. Existen fórmulas para acoger con los brazos abiertos a seres semejantes: limitando las rentas a la altura que se pacte y mientras el hombre viva. Innóvese el proceso económico sustentado en una base material, sin olvidar lo más preciado del ser humano: sus virtudes. Y como el paro es otra lacra, permítase que la administración local ocupe a la gente y ayude a erradicarlo: su esfuerzo los alimentará. Nada se crea ni se destruye sino que se transforma; y así sucederá con los patrimonios que Europa se arroga consumiéndolos desaforadamente, si antes no cambia su modelo productivo: caerá como un castillo de naipes sin darse cuenta; con los ojos cerrados y la boca abierta.

¿Alguien se preguntó cómo llegan los sistemas sociales que nos dominan? Surgen de las revoluciones contra las enormes injusticias: personas cultas moviendo masas para derrotar la codicia y el abuso. Y mañana harán lo mismo. La ciencia y la tecnología no lo puede todo. La lucha contra la desigualdad o el reparto de la riqueza será la excusa, y la gente retrocederá hacía un modelo de vida sano y natural que muchos ansían, mientras tanto, la democracia no pasa de ser una entelequia amparando la corrupción y a los poderosos que la practican.

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