“¡Oh España! ¿Qué haces, qué
piensas, qué imaginas? ¡Qué la historia de España ha salido de paseo! Tejes y
destejes tu existencia. Tu destino es correr tropezando y vivir muriendo”
Comienza alardearse un cambio de La
Constitución. Estamos hartos de oír las muchas medidas tomadas contra la
corrupción o en favor de la transparencia y vemos como todas ellas o son
efímeras o no se ejecutan. Estamos hastiados de tanto politiqueo indecente, de
palabras huecas con buena letra, que suenan bien, y de comprobar que casi todo
(promesas incluidas) son aguas de borrajas. No hay seriedad. No somos serios. Y
eso deberán pensárselo los responsables de efectuar las modificaciones de la
Carta Magna, si es que la modifican o innovan.
Deberían asegurarnos antes que los
impuestos no se derrochan y repasarlos de antemano. Analizar detalladamente
subvenciones, bonificaciones, estímulos, caridades, festejos, desgravaciones,
incentivos, programas, ayudas, etcétera. Exigir a los responsables locales,
autonómicos, nacionales que expliquen las partidas de gastos contempladas en sus
presupuestos; que cualquier ciudadano pueda tener la oportunidad de intervenir
o mirarlos con la lupa de la incredulidad y la desconfianza.
Existen muchas, demasiadas
personas jurídicas sin ánimo de lucro con iguales objetivos: ONG´s, patrocinadores, asociaciones deportivas,
recreativas, religiosas…, fundaciones, pillos y caraduras que se ríen de todos
nosotros: los que pagamos religiosamente los impuestos. Aquí hay muchos escapes
por donde circula el agua sin canalizar, sin que nos demos cuenta, sin que
nadie sea capaz de tomar cartas en el asunto para controlarla, tal vez, porque
pronto le tocará a él hacer el reparto.
Evitemos seguir levantándonos con noticias
escandalosas de corrupción y de pillaje: de gente parada de la que se
aprovechan empresarios, de empresarios que son insolventes porque viven con los
fondos negros de sus empresas, de religiones con florecientes negocios libres
de tributos e inmensidad de trabajo sumergido, dinero opaco, inversiones delictivas
de droga, extorsiones y contrabando.
Tendrán que repasar las
autonomías, adelgazar sus instituciones, optimizar los recursos laborales y
generales, centralizar gastos y servicios, amortizar bienes obsoletos,
aprovechar las sinergias que se esfuman, reducir cargos públicos, asesores,
enchufados, variar la financiación de los partidos, las partidas para sueldos
vitalicios, los vitalicios derroches … Habrán
de establecerse los impuestos con
cabeza. Lo mismo que regularizar pensiones, adecuar los contenidos de los
epígrafes de gastos e ingresos y revisar la contabilidad nacional.
La Constitución es importante y
se consolida si el articulado que la forma funciona, es decir, si su contenido se
cumple y no es mero enunciado decorativo. Seguramente, además de lo citado, el
caballo de batalla político español, es el añejo tema de sus territorios:
reconsidérenlo previa y abiertamente. Piensen: si un fenómeno natural troceara
España, sería motivo para reinventar varias Españas. ¿Hasta cuándo la geografía
física estará por encima de la gente?
Demos paso a mensajes que
recorren medios digitales tratando que la educación y sanidad sean iguales para
todos los españoles, sin distinción, con tarjetas sanitarias y textos
educativos iguales y validos en todo el territorio, con gastos centralizados
que optimicen sus costes.
Olvídense de los políticos de una
vez por todas (salvadores de las propias catástrofes que producen). Difaman, mienten,
engañan, incumplen y echan la culpa al contrario. Aúnense con cesiones mutuas
los elegidos en consensuar La Constitución que se modifique, antes que otros
resultados electorales los separen más. Un mismo objetivo puede realizarse de
distinta manera.
¡Cuántas notas se me quedan en el
tintero!
¿Y a usted?
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