lunes, 7 de mayo de 2018

EL SOL NOS ENNEGRECE


Estoy convencido que España, a través de su Gobierno y sus ciudadanos, con sus iniciativas y su forma de ser, ha de aprovechar lo que tiene: nuestras cualidades naturales, para lo que servimos, lo que mejor se nos da. Y, con el ojo avizor, fructificar las oportunidades de negocio que se presentan como el del turismo y otros que no hemos de desestimar.

Los hábitos, una recta voluntad y otros han de valer para potenciar nuestras particularidades:     
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       Alimentos: la paella, el gazpacho, la escalibada…
-          Bailes: la sardana, la jota, el flamenco…
-          Deportes: el fútbol, la pelota vasca, el ciclismo…
-          Naturaleza: el sol, el paisaje, el clima…
-          Folclore: la Iglesia católica, Franco, Rajoy…
-          Arte: monumentos, procesiones, rutas…  
-          Conductas: la envida, la amabilidad, la conjetura…
-          Cultura mediterránea: de acogida, de hacer felices a los demás, de relacionarse…
-          Historia: de rebeliones, conquistas, hermanamientos…
-          Situación: Europa diversa, meridional, del primer mundo…
-          Ancestros: toros, caza, ferias…

Bien es cierto, que nuestros representantes han de darnos ejemplo y no poner palos en las ruedas como, por desgracia, estamos comprobando. Todos podemos ver muchos aspectos de paralización, cuando no de retroceso, por los que transitamos debido a creencias religiosas; a leyes que limitan las libertades; a medidas pusilánimes que desprotegen la incipiente democracia que nos dimos desde hace bien poco; a tabúes, vergüenzas, prejuicios u otros intereses partidistas que no representan a la mayoría de los ciudadanos; a recortes en la sanidad, en la educación, en la igualdad de oportunidades; a la manipulación política engañando a los votantes con sus manifestaciones y programas electorales;  a salvar a entes, personas jurídicas y hundiendo a personas físicas; a repartir beneficios a unos pocos en detrimento de la  generalidad de la gente; a una interpretación de la Constitución española y la Carta de los derechos humanos al antojo de algunos, insensible e inteligible para el pueblo.

No lo llamaré inmoral, por mucho que clame al cielo; lo tildaré de enigmática obcecación del Gobierno, lo que nuestras leyes hacen con el sol. ¿Por qué los españoles no podemos valernos de él? Se trata de un bien al alcance de todos, del que se puede gozar más favorablemente.

En otros países se benefician con los medios de que disponen, pero los españoles (muy chulos) no. Sólo unas compañías privadas explotan los recursos de todos, cobrándonos por una instalación establecida con mínima infraestructura, en la mayoría de los casos amortizados, pasándonos recibos de agua, electricidad, comunicaciones en general (consumamos o no) producidos por la Naturaleza que es de nadie: lluvia, viento, sol, ondas hertzianas, espacios…

¡Cuántas cosas podríamos hacer particularmente si no se nos impidiera aprovechar su energía!

Podríamos instalar placas y baterías en nuestras propiedades beneficiándonos con su energía inacabable, aportando por añadidura la sobrante a comercializadoras que la exploten.  Hace mucho tiempo que tales compañías rentabilizan lo que no les cuesta y el Gobierno lo permite. Ya va siendo hora  de que cambien las tornas o el Gobierno que lo impide, para que el sol deje de ennegrecernos. 

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